Tú no sanas a tu familia ni a tu árbol

Tú no sanas a tu familia ni a tu árbol genealógico.

Una cosa es sanar patrones que se repiten en esa familia.

Y otra cosa es sanar a otras personas.

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Reflexionemos: ¿Cómo te suena si te digo “el sanador DE la familia”, versus decir “alguien que sana EN la familia”?

Aquel que se dedica a sanarSE, está poniendo el foco en su propia responsabilidad, en su propia vida, en tener una mejor vida, en su paz.

En cambio, si yo estoy hablando del sanador DE la familia, de que la oveja negra es el sanador de la familia, lo que estoy haciendo es potenciar (en alguien que ya tiene este problema) el rol de salvador, de rescatador, de redentor. Entonces no ayudo a esta persona a la cual debería ayudar a liberarse de esta familia, que lo ha encasillado tal vez en un rol de enfermero o de rescatador.

Y esta persona, entonces, cuando se pone en salvador, redentor, sanador DE la familia… ¡queda atado!

Queda atado y cargando mochilas ajenas y poniendo toda su energía en querer cambiar a los demás.

Entonces, vemos algunas cuestiones para aclarar esta sutileza entre ser el sanador de la familia y ser alguien que sana en la familia, y que sana los patrones de la familia y no se queda tratando de cambiar a los demás.

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No podés cambiar a nadie

Y el primer punto, justamente, es que no puedes cambiar a nadie.

Nadie cambia, por muy pesado que te pongas, o por amor, o por acto de magia, o “porque vos cambias, tu entorno cambia”. En este post aclaro un poco parte de este tema.

Aquí, lamentablemente, tenemos una romanización de lo que es el amor. Tenemos muchos videítos y cuentos populares y mitos urbanos acerca de personas que, por amor, han cambiado. Videitos de padres que, por fin, cuando tuvieron a su hijo, cambiaron. Madres que ante una conversación con su hija ¡se dieron cuenta! y cambiaron.

Y eso no pasa. Porque la transformación viene de adentro, de algo que pasa en la propia vida, de un momento de ¡basta!, de las propias crisis.

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No podés juzgar ni interferir

El segundo punto tiene que ver con lo que te decía del libre albedrío.

A ver, cada persona ha nacido, incluyéndote a vos, para vivir una historia, para tener una experiencia. Y todas las demás personas de tu familia, amigos, hasta la persona que te cruzas en el colectivo, está haciendo un rol como parte de tu experiencia.

Somos todos actores. Ellos son actores en tu libreto y vos sos actor en sus libretos. Y esto, a la personalidad 3D, en esta dimensión, le cuesta ver. Pero a nivel del alma, este juego lo entendamos muy bien. A nivel del alma, hacerse esos roles para tener un aprendizaje, es amor.

Pero en este nivel, jugamos a que nos hacemos el rol de tirano, el rol de difícil de tratar, o el rol de rescatador justamente.  

Parte de la evolución de la persona es salirse de esos roles y reconocer que la otra persona nos está haciendo un rol para que nosotros aprendamos, y liberarnos y liberar a esas personas de esos roles.

No quedarse atados eternamente, porque “soy quien los tiene que sanar porque soy el sanador de la familia”.

Entendés la sutileza. Entonces, si vos querés cumplir con tu plan del alma, que no es hace estar eternamente en ese rol, es decir ¡basta! y liberarte y liberar a esas personas de esos roles y de ese aprendizaje, de esa experiencia. Y avanzar al siguiente nivel.

Cuando logras entender esto, entonces dejas de juzgar lo que las otras personas están viviendo. Y dejas de querer interferir y de querer rescatarlas.

Porque ¿quién sos para juzgar la vida de los demás?

Aunque vos, en tu ideario, te parezca que están sufriendo, que están mal, que no les va bien… En su vida (a pesar de que ellos mismos te digan que están sufriendo) están bien.

Y, de hecho, cuanto más quieras interferir, más rechazo vas a sentir.

 A ver… Por ejemplo: Tal vez has atravesado una enfermedad o una crisis. Y después saliste fortalecido y con nuevas habilidades. Después de un tiempo, cuando miras hacia atrás, te das cuenta de esas nuevas habilidades, de esa fuerza, de ese nuevo yo que sos hoy.

Si alguien hubiera interferido, o incluso hubiera impedido que tuvieras esa experiencia, no serías quien sos hoy, no hubieras evolucionado.

Seguirías siendo tal vez un niño de 14 años, tal vez una nena de seis años, un joven de 22; mentalmente. No hubieras evolucionado. Seguirías pensando inmaduramente.

Entonces, interferir, querer interferir en salvar, en sanar a los demás, a la familia, es no dejarlos crecer.

Esto es particularmente duro para la relación madre e hijo, especialmente cuando hay una separación muy dura y con uno de los padres tóxico que usa a los hijos como munición de guerra; y estos niños empiezan a tomar comportamientos tóxicos también.

También es especialmente duro cuando se es hijo de un padre con una adicción. O madre/padre de un hijo/una hija con una adicción.

Es difícil también con los hermanos o con esos amigos tan tan cercanos, y que uno los ve sufriendo y… no se puede interferir. Apenas se puede dar un consejo.

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La clave para sanar el rol de sanador/a

Ahora, mh, me voy a poner mucho más seria, porque quiero que reflexionemos:

A ver, si te cala tanto el querer sanar a tu familia (y recién con este video, te estás dando cuenta de esta sutileza entre sanar vos y querer sanar a los demás); tenés que preguntarte:

¿Por qué querés sanar a los demás?

¿Qué hay dentro tuyo que querés rescatar, y tal vez no sólo a tu familia,también a tus amigos, a cuanto “cachorro abandonado” (akka pareja, akka jefe, compañero de trabajo, etc.) te cruzás en la vida?

Puede ser que sea un tema de dependencia emocional. Y ahí tenés que revisar cuál sido tu rol en la familia. ¿Te criaron para hacer la enfermera de la familia? ¿Para ser el payaso de la familia?¡¿El pilar de la familia?! ¿El chivo expiatorio?

También tenés que preguntarte si no es porque asumís (no sólo con tu familia, sino con todo el entorno) el rol de rescatadora. No sólo porque te sientas el pilar de toda la familia, sino también ver si no es que fuiste parentizada.

Es decir: Eras muy niña y tuviste a asumir el rol de madre o padre de tus propios padres. Por su inmadurez emocional, o por situaciones de crisis que ellos estaban atravesando, o porque, en su propia incapacidad, volcaron en voz/ en ti, la búsqueda de un apoyo que vos como niño no podías dar.

No te correspondía. Son ellos quienes te tenían cuidar, quienes tenían que proteger un poco del mundo adulto. Porque un niño no puede asumir las responsabilidades ni entender la complejidad de la civilización y de las interacciones humanas.

También tenés que observar si no es que sos una persona sobreprotectora. Donde tu sentido de valía personal está en que todos los demás estén bien y alrededor tuyo.

Y entonces, en lugar de dejar que cada uno haga su vida a la forma que le plazca, vos querés que la hagan a tu forma, a tu manera, cerca tuyo, que no se vayan ni vos irte, incluso cuando es necesario.

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Ojo con las terapias que te activan el rol para que compres cursos

Y la más dolorosa para el ego es analizar si no es que estás queriendo rescatar, sanar a tu familia, para demostrar que sos mejor, que sos superior moralmente o espiritualmente.

Y esto es algo que cuando se lo padece, no se ve. Y con el sesgo de confirmación, además, seguimos cayendo en terapias que nos dicen que está bien ser el buscador de cursos, de saberes, que por lo general usamos para enrostrárselos a la familia, para que vean lo superior, lo espiritual que somos.

Porque, bueno, como ya te he dicho en otros vídeos, una de las consecuencias de ser el buscador, el sanador de la familia, es que te volvés un comprador serial de cursos, un saltimbanqui. Lo que yo llamo los saltimbanquis, que van de un curso a otro, picoteando talleres, haciendo siempre talleres grupales (jamás nada individual donde se tengan que hacer cargo y profundizar e ir a trabajar, realmente trabajar y borrar lo que no está funcionando).

Entonces coleccionan mucho relleno mental. Ya al final ya ni pueden pensar. Y lo único que hacen es repetir. Bah, ¿repetir? ¡vomitar! a estas personas que quieren cambiar, todo eso que ellos saben de por qué el otro está mal.

Y obviamente entonces llega un momento que están en casa ¡y nada cambia! E incluso hay cada vez más actitud hostil hacia ellos.

¿Te ha pasado?

Esto es porque has pasado de víctima de una situación, a querer cambiarla rescatando a los demás. Y en ese casi autoritarismo de querer imponer una teoría que aprendiste en un taller sobre por qué ellos están mal; te convertís en tirano. Porque los estás atosigando, les estás quemando la cabeza todo el tiempo sermoneándolos.

¿Vos te das cuenta el lugar que empezás a ocupar? ¿Y que no les hacés ningún favor y no te hacés un favor a vos mismo?

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Acciones diarias de paz mental

Entonces, la recomendación es que te corras de ese lugar. Que sanes ese rol de rescatadora y de sanadora y de buscadora.

Y dejes de coleccionar cursos e ir a talleres grupales que no te solucionan nada. Te explican por qué te pasan las cosas…y a veces son de diccionario, no específicos de tu realidad.

Y morderte la lengua cada vez que quieras sermonear a los demás.

Porque ellos están haciendo su vida y ya es hora que vos te pongas a hacer tu vida.

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Sanar los patrones, sanar tu realidad… sin retener ni meterte con nadie

El cuarto aspecto es que: Sanar los traumas generacionales, por más que sea ir con alguna terapia, así sea regresión, al momento en el que se grabó ese patrón, ese programa, y por más que estés trabajando con ese ancestro….

En realidad, no estás sanando A ese ancestro.

Estás borrando en tu vida, en tu línea de tiempo, en tu ADN, vas a borrar el programa para que no esté más en vos.

Pero es tu línea de tiempo. Tus hermanos, tus padres, incluso tus hijos, los que ya has tenido, van a seguir teniendo ese programa. Los hijos por venir o vos en tu próxima encarnación sí ya no van a tener ese problema. Vos en esta nueva línea de tiempo ya no vas a tener ese problema.

Pero, de nuevo: no es que, si vos cambias, cambia tu entorno en el sentido de que lográs cambiar a tu familia.

Al cambiar quien sos internamente, por correspondencia y espejo, las nuevas personas, oportunidades y recursos que empiezan a llegar en sincronía, en sintonía, con tu nueva energía en esta nueva línea a tiempo, van a ser diferentes.

Y las personas que estaban y que ya no correspondan con esa energía lo más probable es que se vayan, no que cambien. O que vos tengas que tomar una decisión de apartarte, porque por fin vas a salir de la sintonía de ser el sanador de la familia y tener que quedarte en la familia para rescatar a la familia, y de cargar la mochila de todos los ancestros porque los tenés que sanar.

Es decir, vos salís del bucle de todos los yacientes y todo esto que se habla.

Entendamos la diferencia entre sanar a los ancestros y sanar lo heredado, el programa de lo que vivieron los ancestros.

A ver, cuando entra un virus en la computadora, vos no vas a ver quién fue el que creó el virus y traquear a ver todas las IPs por las cuales se fue transmitiendo el virus y una por una…

¡Te descargas un limpiador, un antivirus, y lo pones a correr! Y eso entra en cuarentena y se borra. (Cuanto mejor el antivirus, mejor el resultado).

Y lo mismo en tu ADN.

No necesitás rastrear cada ancestro, cada persona y sanar a cada uno.

Lo que hacés es borrar el producto que es ese programa que te está impidiendo hoy, para lo que es hoy tener una vida sana, y para vos ser tu mejor versión.

Si querés borrar estos programas para tener una vida plena, coherente y libre, podés aplicar al programa “Soltando a la familia de origen”.

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Este es un programa donde vamos a borrar los principales programas heredados que afectan a las ovejas negras de la familia.

Es un programa de 12 sesiones, 3 meses de duración.

Hacé click en el botón de arriba para llenar el formulario de solicitud. Llenalo, me lo mandás.

Y te estoy contactando para coordinamos una entrevista previa que hago, para ver si realmente te puede ayudar el programa.

Y si es así, ya agendamos la sesión.

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Déjame un comentario de qué aspecto te sirvió más, qué aspecto no habías tenido en cuenta. ¡Si estás de acuerdo o no!

Y nos vemos en el próximo post.

Te mando un abrazo gigante.

Meri

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