¿Qué es lo más importante que tienen que sanar las ovejas negras de la familia?

En algún momento de la vida las ovejas negras de la familia se enfrentan a un sentimiento de enojo que hierve a fuego lento en sus entrañas.

Mantenerlo bajo la alfombra nos ha mantenido eligiendo el mismo patrón de dependencia emocional o económica, ansiedad por pertenecer a algo y desesperación por migajas de reconocimiento.

Mal manejado, cuando aflora o se activa, puede llevarnos a potenciarlo y volcarlo en autojustificación o en luchas con la bandera de causas “justas”, pero que nos drenan y nos mantienen lejos de nuestro verdadero propósito y puramente enojados, irritados, al ataque. Sin evolucionar. Volviéndonos parte del problema del mundo.

Bien manejado, en cambio, nos puede abrir la puerta de las heridas causadas por memorias dolorosas, o mejor dicho, de la interpretación que hicimos desde lo poco que entendíamos el mundo siendo bebés o niños/as, para poder identificarlas y sanarlas y empezar a vivir más livianos.

La principal emoción de base de este enojo es la frustración y el sentimiento de traición.

Porque las ovejas negras no nos sentimos bienvenidos en la familia. Nos sentimos demasiado diferentes, rechazadas e incluso atacadas si éramos el chivo expiatorio, el blanco de tiro, el inodoro.

Y esto choca de frente con la idealización social, donde crecimos escuchando que una familia contiene, que es el único amor incondicional que sentiremos en la vida, que es EL sostén y la raíz. Que siempre podemos confiar en sus miembros. Lo único que estará siempre presente. La última compañía cuando todo acabe.

Cuando la realidad vivida choca con este ideal de “tarjeta de navidad” naïf y romantizada, nos podemos sentir estafados o traicionados por dios y la vida y por esos personajes llamados papá, mamá, hermanos.

.

Diferentes versiones de la traición o estafa

A lo largo de estos años de sesiones he visto que aflora primero la injusticia. Injusto que la familia no diera lo que se supone que debiera haber dado. Injusto que Dios pusiera a todos en una familia de película, y a vos no. Injusto que todos tengan esa familia soporte-raíz, y vos no puedas contar con nadie.

Luego aflora el enojo, la impotencia reprimida, el sentirse estafado por la vida y por los involucrados. La promesa de la imagen social de cómo debieran haber sido las cosas no se cumplió para vos. Y tal vez estuviste tratando de forzar que las cosas fueran como podrían o debieran haber sido. Pero eso es insostenible sin volverte un ente, sin sacrificar tus sueños, intereses y salud mental.

Aquí una lista de algunos sentires y preguntas cuestionando a la familia y la vida que emergen de sentirse estafados por haber nacido oveja negra en una lugar en el que nos sentíamos extraterrestres o fuimos el chivo expiatorio aprovechando las diferencias.

.

Sentirse traicionado por mamá

  • No te dió muestras de afecto o hacía sutiles diferencias entre hermanos. A una consultante, su madre apenas le dirigía la palabra y ella en la adolescencia fue quien sacaba temas de conversación para tratar de construir una relación.
  • Ni una palabra de aliento. Siempre podías más, te correspondía trabajar duro, no se festejaba nada. Incluso se comparaba con alguien más. Lo peor son los palos disfrazados de elogios (dado frente a terceros) que te dejan con una sonrisa y un nudo en la garganta.
  • “¿Para qué me traes al mundo si no me vas a cuidar?”. Si, puede ser que no supiera cómo, o que por su estado depresivo o de adicción cometiera total y absoluta negligencia material y/o psicológica. Pero acá hay madres que no soportan a sus hijos, los tienen por tener. Darse cuenta que el trato y el amor es diferencial y fue con vos es muy doloroso, porque reconocer que hay madres que no pueden amar y cuidar o que no quisieron hacerlo, es una herida en los cimientos de uno.
  • No hubo alegría. Hay madres que vivieron deprimidas, o tenían problemas de salud, ¿verdad? Pero hay otras que son un sol negro. Y las peores son las que no te pueden ver bien y son incapaces de bendecir ni siquiera a sus hijos.
  • No cumplir lo que dice. Hay madres que afuera de casa muestran una cosa y hablan de sus hijos mostrando orgullo y abnegación, pero dentro de casa es otra cosa. Lo sé, es demencial no saber cuál es tu madre real, cuáles son sus intenciones.
  • Sentiste que no le importabas de verdad. Hay madres más concentradas en su imagen física o social de buena madre/ trabajadora empoderada/ justiciera, que en cómo te sentías vos o incluso lo que te hacía bien como niño/a o adolescente.
  • No dio. A ver, el bebé y el niño necesita a sus padres para sobrevivir. Es la madre (y el padre) la que está en posición, poder y responsabilidad de darle a la criatura. Cuando la madre tiene problemas, es inmadura o directamente tóxica, son los hijos los que tienen que darle atención y cuidado. Pensalo: no sos independiente y autónomo de casualidad. Es que fuiste parentalizado, te pusieron a vos en el rol de madre o padre. 

.

Sentirse traicionado por papá

  • No te protegió de una mamá tóxica, o de un abuelo, un vecino o amigo abusador. Es más que una simple ausencia: es que no estuvo cuando lo necesitaste y no actuó como “un lobo cuando le tocan a la cría”. No te defendió. Te dejó a merced de un mundo violento, sin poder reaccionar porque tampoco sabías cómo o eras muy pequeño y débil.
  • No te animó, siempre decía no, era el que prohibía y sancionaba. Hay varones que asume el rol de autoridad severa y seria porque es lo que aprendieron que es llevar una casa.
  • No jugó o pasó suficiente tiempo contigo. O porque estaba muy ocupado o tratando de descansar. O sentiste que hacía diferencias y pasaba tiempo con otros hermanos. O no estaba en casa e interpretaste que prefería pasar tiempo en cualquier otro lugar, menos con vos.
  • No le importabas. Relacionado con lo anterior, pudiste haber sentido que él estaba más concentrado en su trabajo o en su rol social. Es más que sentirlo ausente, es un rechazo a tu ser.
  • No fuiste suficiente. Cuando un padre pasa más tiempo fuera que en casa en otros roles, o está pero no participa de la vida familiar, o cuando es un padre que tiene adicciones o cualquier problema; como hija/o podés sentirte insuficiente. Porque nos bombardean de propagando romántica de hombres que cuando nacieron sus hijos cambiaron radicalmente. Pero tu papá no dejó de fumar, no dejó de tomar, no dejó de estar deprimido, no tuvo un despertar espiritual. No cambió por amor a vos. Y los bebés y los niños/as, cuando pasa algo, sienten que es por su culpa, en reacción a algo que hicieron o no hicieron. Si papá o mamá no me ama (interpreto que no me ama porque no me da algo) es por algo que hice mal. Esto es algo natural en todos todos todos los seres humanos. No estás mal por haber tenido este mecanismo. Y sí, se puede sanar.

.

Sentirse traicionado por los hermanos

  • No fueron los compañeros de juego que hubieras querido. Por diferencias de edad, por diferencias de intereses, porque sentías que te maltrataban, porque te hacían bullying (te agarraban de punto, como decíamos antes).
  • No hubo comprensión. Los hermanos suelen ser los únicos que pueden entender la experiencia vivida con tus padres o en situaciones como mudanzas, migración o pérdidas. Pero cuando los hermanos son muy diferentes, tienen diferentes valores o cumplieron más un rol de niño dorado o muleta de sus padres mientras vos eras el invisible o el chivo expiatorio, no hay un punto en común.
  • No colaboración, hay competencia, celos, envidia. Romantizamos que los hermanitos que crecen juntos aprenden a compartir y cooperar. Pero los hay (inducidos por los padres o cuidadores o por su propio carácter) que son crueles, que compiten, que agreden física o verbalmente, que hacen bullying, que arruinan algo que conseguiste o te regalaron, hablan mal de vos a tus espaldas, te hacen dudar de tus decisiones, te cuestionan y critican; cuando no se aprovechan directamente de vos (de tu dinero y tu tiempo)
  • No recibiste ni recibís apoyo o cariño. Si te agarraron de punto todo el tiempo, si te sentías el saco de boxeo, el inodoro, el blanco de tiro donde todos sacaban su caca y te la volcaban en la cara y el corazón, fuiste el chivo expiatorio de la familia y ese rol te lo dieron tus padres. Y si eran padres así, todos estaban en modo supervivencia y tus hermanos aprendieron a intercambiar maltrato hacia vos por aceptación y no agresión a ellos. Agredirte a vos era el elemento de cohesión. Mejor salirse del rol y como digo a veces “¡que se compren una vida!”. Te merecés más que vivir entre cavernícolas (que seguro eran más evolucionados que estos entes ¿no?)

.

Sentirse traicionado por la vida o por Dios

Hasta acá todo bien. Hacemos terapia, aceptamos que esta gente no puede dar lo que no tiene. Hasta llegamos al punto de reconocer que, de no ser por semejante familia, no nos hubiéramos obligado a abrir las alas o no hubiéramos desarrollado talentos como la reflexión, la observación, la resolución de problemas, el cuestionamiento de las verdades dadas. Todo bien.

Ellos son lo que son. No les da para más. Pero entonces ¡¿a qué dios misericordioso y todo amor se le ocurre dejar un ser frágil al cuidado de tremendos entes?! ¡¿Dios está mal de la cabeza o qué?!

Ahí te das cuenta que tenés un enojo profundo también con Dios y la vida por ponerte en esa familia.

Si tuviste tu fase de ateo/a o de depresión, bienvenido/a al club.

Es normal también ir en automático a pesar de haberse jurado que tu vida iba a tener sentido. Pero te encontrás buscando el sentido mismo de la existencia y si somos realmente algo más que biología.

Es normal también tener etapas largas de automatismo o de estancamiento.

A medida que sanás las memorias y estos enojos de base y que deshacés las corazas que hiciste para protegerte, volvés a conectar con tu corazón y tu alma misma, con tu misión o propósito. Reconectás con eso más allá de lo biológico que sabes que está, pero que con tanta tristeza y soledad podés perder la esperanza y la fe en ello. 

.

.

El impacto de este trauma: repitiendo lo mismo

Todas estas memorias dolorosas, además de alimentar creencias limitantes que impiden empezar o terminar proyectos o hábitos, trae flashbacks que producen neblina mental, tristeza, enojo, alerta, estrés y drenan energía que podríamos poner en nuestras tareas, proyectos, iniciativa, rutinas; en nuestras actividades y relaciones.

Son lentes grises que hay que quitarse para volver a ver la vida en colores.

Es importante darse cuenta que quedarse en el “no me dieron lo que me tendrían que haber dado” va a hacer que te pases la vida buscando reconocimiento y afecto en esa familia disfuncional o lo traslades a grupos sectarios, relaciones de dependencia (porque dependemos emocionalmente del reconocimiento del otro), grupos de reivindicación (porque la injusticia guardada como impotencia, al ablandarse la coraza estalla como ira contenida dirigida hacia lo que nos toca la herida)

Si querés saber qué otros pasos hay que dar para vivir libre de limitaciones y ser pleno y extraordinario, he creado para vos esta guía gratuita 👇

.

Como se sana: el camino largo y el potenciado

En algún momento te alejás para hacer tu vida y te das cuenta que debiera ser normal pero menos traumático abrir las alas y hacer la propia vida, comparado con los que viven todos juntos pegoteados sin desarrollar una adultez funcional. Vos no construirías en casa de tus padres o de tus suegros, por ejemplo. Tal vez sos de los pocos millenials que no viven con sus padres y ni dependen económicamente de ellos (o es tu mayor tortura en contraste de los que se resignaron y la pasan cómoda e hipócritamente).

En algún momento aceptás que eran tan humanos como cualquier otro, que no te podían dar lo que no tenían. Dejás de verlos en forma idealizada, algo que otras personas les toma varias décadas más de trabajo o lo entienden recién en alguna crisis y pasando los 50.

Pero el trauma está. Y aunque tenés más recorrido, autoconocimiento y desarrollo que otros entes, vos estás para más y necesitás ir a fondo porque buscás tu libertad total, tu plenitud. Una vida extraordinaria no por la fachada sino por el milagro de transformaciones habiendo partido desde donde partiste.

¿Cómo se puede trabajar en los recuerdos traumáticos para sanar el trauma y quedarse con la experiencia? Porque no es borrando que se sana, sino quitando la impronta emocional que se disparó en esa vivencia.

En Reprogramación de la Memoria Celular se usan protocolos de acceso al trauma grabado en el cuerpo, pudiendo detectar y sanar las interpretaciones, emociones y programa que se grabó, saliendo de la sesión sin el programa o creencia limitante. Y así es como dejás de repetir siempre lo mismo. Podés reservar tu sesión AQUÍ

Deja un comentario

Scroll al inicio