4 patrones de familia que repetimos (aunque no querramos) y como cambiarlo

Las ovejas negras nunca estamos cómodas en la “normalidad” y casi desde que tenemos memoria nos hacemos una pregunta vital: “¿habrá otra forma de hacer las cosas?”

Y nos lanzamos a la vida planteándonos tener una vida diferente en lo afectivo, laboral, discursivo e incluso religioso y político. Y además vamos con un radar buscando nuevas formas e ideas.

Pero ¿cómo hacemos para funcionar con parches recolectados sobre una estructura, que aunque rechazada, es la primera forma que tomamos?

En este artículo te explico qué pasa con esta contradicción interna y qué se puede ir haciendo.

¿Cómo sé si estoy repitiendo patrones?

Cómo te decía en el post anterior , cuando empezamos a hacer nuestra propia vida, nos encontramos con que no siempre nos sale bien eso de “nuevo”:

Proyectos que se interrumpen o no llegan a ver la luz. Relaciones malogradas o tóxicas. Relaciones en el trabajo o en grupos que se vuelven un calvario. “Siempre pasa algo”. Perdés o tenés que huir. Le llega a todos menos a vos. Los bravucones se salen con la suya. Por más que te esfuerces “nada sale bien”.

Y qué pasa después. Este “fracaso” rotundo y repetido nos abre un diálogo interno de autocrítica despiadada. Si le prestás atención, vas a reconocer creencias, mandatos, frases, palabras que te dijeron cuando eras chica y que evidentemente se quedaron ahí retumbando como verdades absolutas. Aunque en tu mente lógica te decís que nunca has creído esas mentiras, sí que tu subconsciente se las creyó y está funcionando según ellas.

Así que no siempre el trabajo mental sirve, hay que ir más profundo, a otros planos de consciencia. No para “saber de dónde viene”, sino para borrarlo de una buena vez.

Qué tipo de patrones podés estar repitiendo y te están jodiendo los proyectos y la vida

Hay que hablar de 4 caras del karma familiar:

Abuso (físico y emocional)

Humillación, abandono, rechazo, negligencia, violencia, violación, incesto, ser el chivo expiatorio o el invisible, haber tenido padres narcisistas, histriónicos, adictos.

Estafa

  • Emocional: engaño, infidelidad, muestran una cosa y resultan ser otra, no cumplen lo acordado.
  • Financiera: robos, estafa de bancos, socios de mala fe, compras falladas, sobreprecios, impagos, “camas”.

Escasez y pérdida

  • Creencias sobre dinero, trabajo y tipo de trabajo: “eso es de vagos”, “un trabajo decente”, “ser alguien”, “pobre pero honrado”, “presuntuoso”, “dinero = intranquilidad”, “dinero = robo”, “ganarse el pan con el sudor”, “sacrificio”, “agradar a Dios”, “el ocio es del diablo”, “querer c… más alto de lo que tenés el c….”
  • Ahorrar:   “en este país no se puede ahorrar”, “te roban los ahorros”, “ahorrar para un gustito”, “no podés aspirar a algo más”. Emergencias, crisis o accidentes “se comen los ahorros”.
  • Lograr proyectos y que se malogren o no poder concretarlos àrelacionado con abortos y muertes prematuras
  • Separación, marginación, tener que escapar, ausencias, exilios, persecución, desastres.

Poder personal y esclavitud

  • Autovalor: identidad, autoestima, soledad, dependencia, vacío.
  • Visión de la vida y el mundo: “un valle de lágrimas”, “vivir para trabajar”, “en este país…”, “dios no quiere que….”, “es el destino”, “se viene a este mundo a …”, “no se puede confiar”
  • Conflictos con la autoridad: incapacidad de cuestionar y sumisión a figuras de autoridad (periodistas, políticos, científicos, doctores, farándula, futbolistas, policía, clero, instituciones, partidos políticos, líderes de grupos, amigos, jefes)

Se puede vivir con actitudes diferentes

Por experiencia sé que cuando vas quitando estos programas, cambia tu actitud y tu sentir y eso se empieza a reflejar en tu vida externa. En tu vida, en la de nadie más. Ninguna terapia es para cambiar a los demás.

Algunas actitudes que cambian: 

  • Actitudes ante los flashbacks de momentos dolorosos y ante “fechas familiares” o las preguntas cliché (¿y tu familia como está? ¿pasás Navidad/vacaciones/tu cumpleaños con tus padres?). Pasas de enroscarte en un espiral depresivo, enojoso, culposo; a ver pasar los recuerdos y a no sentir culpa por la sana distancia que hayas necesitado poner y a no tener que dar explicaciones o defenderte. ¿Por qué tenés que estar explicando que no te llevás bien y estás mejor en una relación a distancia? Eso no te hace monstruo y de hecho es muy común que pase.
  • Actitudes ante ellos: Si toca visita, te das cuenta que las cosas que te molestaban dejan de sacarte de quicio. Las cosas que te sacaban de casillas son cada vez menos, y algunas incluso te empiezan a dar risa (no, no estás loca: es un gran corte de ciclo). Ojo: tampoco significa que te sientas a gusto y que se convierten en una familia de tarjetita, pero ya no te captura durante días o meses la situación.
  • Actitud hacia tus propios valores y tu cotidiano: De a poco vas haciendo o recuperando las cosas que te gustaba o querías hacer. Desde un hobby, un trabajo, la forma de peinarte, de vestirte y de comer, el lugar de vacaciones, el fin de semana a la conciliación familia-trabajo- desarrollo personal.

Te empiezan a pasar más seguido  situaciones “nuevas”:

  • La gente te nota, te ve y te escucha, y no para criticarte o ningunearte o usarte.
  • Te ayuden y te inviten a ayudar. Y lo valoran.
  • Te animás a “hablar” y encontrás buena recepción, no solo de lo cotidiano o algo más filosófico, también tu verdad es escuchada y comprendida.
  • Dejas de estar pendiente de cómo van a reaccionar las personas. Porque el miedo a la crítica o el rechazo o el tener que huir se está desvaneciendo.
  • Dejas de buscar aceptación o alimento en grupos, pareja, amigos, autoridades (suplementos todos del padre o madre o compañero de juegos que no tuviste).
  • Dejas de buscar que te llenen el vacío del clan que sentís que te faltó. Por eso llegan parejas más sanas, amistades más afines, menos conflictos. Ojo: no es que mañana aparece tu príncipe azul (ver punto anterior): Va llegando algo mejorcito y a medida que vas borrando más memorias también te encontrás poniendo menos resistencia a dejar ir lo que es tóxico.

Cómo cambiamos esa estructura que copiamos al principio sin poder darnos cuenta

Estamos hablando de una reforma estructural. Ya sé: te lo digo y te acordás cuando el albañil tuvo que arreglar la humedad en la pared del baño y terminaste nueve meses con escombros y tu casa parecía Kuwait.

Lo bueno es que, si bien hay que ir a las raíces, las herramientas energéticas pueden ser muy directas y eficaces (al menos usando obsidiana, la “piedra de la verdad” y que más profundo llega)

Hay 3 tipos de tareas que emprender:

  • Cortar lastres: todo lo que ya te diste cuenta, dejar de hacerlo, hacerlo diferente. También cortar relaciones tóxicas, trabajos que te drenan, amistades que te tiran para abajo, lugares que no te aportan ni vos podés aportar. Ojo, no es la venganza por las veces que te han rechazado o cortado a vos. Es simplemente elegir donde ponemos nuestra energía, de quienes me quiero rodear, a quienes quiero en mi vida y quienes me quieren realmente en la suya.
  • Sacarse pulgas. Seamos sinceros: en nuestro crecimiento copiamos hábitos, pensamientos y formas de hablar y relacionarnos no muy sanas. A veces nos sale unas barbaridades de la boca que cuando nos vemos no podemos creer que estemos haciendo lo mismo que nuestra familia tóxica. Nada de culpa: hay que arremangarse y la próxima, evitar repetir esa conducta. Pensar antes de hablar. Responder en vez de reaccionar.

* Estas 2 tareas a la larga te hacen estar muy conciente de tus estados internos. Vamos, que pocas personas en una sociedad zombi, consumista, dogmática y cómoda puede querer o llega a hacerlo. Tal vez, ese era el objetivo de nacer con semejante paquete, en semejante entorno 😉

  • Plomería espiritual: lo que no puede cambiarse desde el acecho conciente a los pensamientos, actitudes y emociones, necesita pico y pala. Ya pasamos de una gotera o una mancha de moho a un florón en la pared que exuda gotas amarillentas. Eso que está emanando y atraviesa las capas de subconsciente puede venir de tu infancia, pero también pueden ser los traumas de tus ancestros o de tus vidas pasadas y que hay que borrar. Esa es mi especialidad, el origen más antiguo, y cortarlo de raíz rápido y sin dolor.

Para empezar a sanar

Antes de terminar, te sugiero este ejercicio que grabé pensando en algo poderoso y simple que te puede ayudar a empezar a cambiar esa información que traemos y permitir que lleguen patrones más sanos.

Para terminar

Como verás, terminar haciendo lo mismo de lo que renegaste de tu familia de origen no es algo de lo que castigarse, porque hay soluciones y trabajo que se puede hacer.

Esos programas no tienen porqué ser tu destino.

Me gustaría que me contaras si alguno de los karmas familiares se repitió en tu historia, y si sentiste desánimo o te dio más valor para acabar de una vez por todas con ese patrón.

En los próximos artículos te voy a contar otros 2 aspectos de ser la oveja negra de la familia: el no encajar y la búsqueda de sentido.

Compartilo con quien sientas que también le puede ayudar.

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