Te pasa que escuchas hablar de las ovejas negras de la familia, y una parte resuena con vos, pero no te terminas de identificar del todo con las descripciones que se dan.
Quedate porque hoy te voy a explicar 3 tipos de ovejas negras que yo he ido viendo.
“El Extraterrestre”
Al primero yo le digo “El Extraterrestre” porque siempre, desde chico, fue distinto. Siempre.
Su mirada estaba puesta más allá. Veía lo que hacían, los hábitos, las formas de pensar, de hacer, de expresar emociones de la familia. Los patrones, los valores.
Y siempre le pareció que algo no estaba bien. Puede ser algo muy vago como “pero esto no me cierra”, “yo no quiero tener esta vida”, o abiertamente no estar de acuerdo.
Esto se puede haber manifestado desde muy chico. Manifestado internamente, que vos notaras que pensabas distinto, que [había] una crítica interna a eso que estabas viendo. Y tal vez hasta recién en la adolescencia lo pudiste manifestar. Esto nos ha pasado muchos. Pero otros ya desde chicos recibían rechazo y aislamiento a causa de expresar, verbalizar, o hacer diferente.
Y aquí surge un primer aspecto que la oveja negra de la familia que ha sido el extraterrestre, el que siempre fue diferente, tiene que trabajar y es: los conflictos que ha vivido con su familia por tener esta personalidad diferente, por vivir rechazo a causa de lo que quería expresar.
Si bien esta rareza se puede haber manifestado desde muy temprano, pero sobre todo en la época de la adolescencia, no significa que la oveja negra de la familia está queriendo llevar la contra y ser diferente a propósito para molestar. A veces la familia reacciona esta forma, pero no necesariamente es eso lo que está ocurriendo.
Entonces la oveja negra, la familia, el extraterrestre, el que siempre fue diferente, tiene que lidiar con haber recibido desde muy temprana edad: rechazo críticas y todo tipo de aleccionamientos, burlas, castigos injustificados, represión.
Y entonces, más adelante en la vida para funcionar, para poder llevar adelante sus proyectos, la vida que quiere tener; tiene que sanar por un lado de ese rechazo, la crítica.
Tiene que sanar además, el no haber tenido nunca un grupo de contención. Una familia.
Sí, está bueno que las ovejas negras no nos quedamos pegoteados y mezclados con una familia (sobre todo si es disfuncional), y vamos a buscar pares, personas afines con las cuales construir, de las cuales nutrirnos y a las cuales nutrir, con nuevos ejemplos, con mejores formas de vivir, de hacer las cosas, de relacionarse.
Pero lo que pasa es que al principio salimos con la necesidad: la necesidad de aprobación, la necesidad de que me acepten. Y eso los depredadores lo huelen.
Y además uno (tal vez) no está tan despabilado y entra en grupos de supuestas ideologías o de supuestos valores que dicen defender, valores que a nosotros obviamente, por nuestra sensibilidad, nos van a tocar. Y en esos grupos, lamentablemente anidan narcisistas y psicópatas porque uno entra ahí con la guardia baja, pensando que todas las personas que dicen defender esos valores o esos principios son buenas.
Entonces venimos con la herida de la familia del rechazo, del no tenía contención, de no tener raíces. Y al salir a buscarla, nos seguimos lastimando porque seguimos sufriendo ese rechazo y ese ser distintos, ese tener que -para preservarnos- irnos.
Otro aspecto que tiene que sanar el extraterrestre de la familia es una profunda soledad. El haberse sentido siempre solo. Porque en esta familia en la que nació, no se siente, nunca se sintió parte de cómo se hacían las cosas.
Incluso hay personas que buscan a ver si han sido adoptadas, porque se sienten tan diferentes que si no fuera por el parecido físico sería preocupante, sería para buscar en archivos y en denuncias a ver si no son hijos de alguien más.
Pero una ventaja que tiene el que siempre ha sido distinto es que siempre se preparó para dejar la familia.
Y es algo que no le pasa, si la familia es disfuncional, a otros miembros de la familia, que están más atados al rol de sostener, de proveer, de mantener el status quo de la familia. En cambio, el que ha sido la oveja negra es como que siempre se preparó. Siempre vio que hay algo que no funcionaba y que no le correspondía arreglarlo. Porque también, seguramente desde muy chico, vió y cuestionó las dinámicas y los patrones de todo el linaje.
El chivo expiatorio
El segundo tipo de oveja negra son los chivos expiatorios. Son muy parecidos, les pasa lo mismo: desde chicos, han vivido críticas.
Pero el chivo expiatorio no solamente que es distinto, que lo critican, que en le hacen burla, que lo castigan.
El chivo expiatorio directamente es el tiro de blanco de todas las porquerías de la familia. Es el inodoro.
Pareciera que todos los demás fueran una nube de pudrición y que se descargan infinitamente en una persona.
A ver, se dice que esta persona es elegida al azar, pero a mí me parece que también es elegida por los padres narcisistas o por los hermanos porque es distinto, porque tiene una sensibilidad. Y muchas veces coincide con que estas familias tienen como esta cosa de la supervivencia de no mostrar debilidad, y en cuanto perciben que hay otro que es vulnerable, que es atento, que es sensible, que tiene otros valores que no son los de supervivencia darwiniana, lo van a ir atacar.
Pero por lo general es porque uno de los dos padres lo han ya elegido como el culpable de todos los males de la familia al cual hay que atacar y en el cual hay que descargarse. Y (para ellos) es totalmente válido hacerlo.
Entonces una cosa es que de chico te hayas sentido diferente, que hayas visto que las cosas no estaban bien. Y otra cosa es que te hayan atacado todo el tiempo.
Entonces el chivo expiatorio parte de más abajo, parte de una posición en la que primero tiene que sanar mucho su autoestima. Porque se la han rebajado, se la han recortado, lo han denigrado, lo han hecho sentir una basura y que no merece otra cosa que se maltrato.
También parte de más abajo -si esto fuese una escalera, digamos, de salir al mundo y en qué condiciones- porque tal vez le cuesta reconocer que su familia es disfuncional. Que él no merecía ese trato, que ninguna persona merece ese trato.
Tal vez mucho más adelante en el tiempo, cuando vaya a la secundaria o a la universidad o trabaje en ámbitos diferentes al de la familia, se encuentra con realidades distintas y se plantee que lo que a él le pasó, la infancia que tuvo, no fue normal, que no estaba bien como lo trataron. Que no estaba bien que le echaran la culpa de todo y que literalmente lo usaran inodoro.
Entonces puede pasar más tiempo y necesitar mucho más terapia. Primero reconocer que eso no estuvo bueno. Sanar su autoestima, sanar su merecimiento y soltar esa familia.
Porque cuando no tenemos herramientas y nos hemos sentido desvalorados por la familia, ¿qué va pasar? Va a pasar que vamos a querer que esa familia nos reconozca, nos del amor que no nos dieron, que se den cuenta y despierten y nos den un poquito de amor. Y ante cualquier mínima señal de cambio nos vamos a ilusionar.
Y si no ocurre esto con la familia de origen, va a ocurrir con otras personas, con otros grupos.
Si el extraterrestre tal vez andaba mendigando pertenencia, el chivo expiatorio va a estar mendigando aceptación a cualquier costo y le va a costar más soltar a la familia de origen.
El extraterrestre es como que siempre se preparó para irse, para soltar. (En cambio) el chivo expiatorio está muy atado, tal vez por sentir que la culpa de ese maltrato era de él mismo por haber hecho algo mal… así sea el simple hecho de haber nacido.
El exiliado
Y por último, el tercer tipo de oveja negra es el exiliado, es el que se fue. Es ese hijo, ese hermano que, de grande, hace algo diferente a la familia. Y la familia reacciona castigándolo, exiliándolo, criticándolo. O incluso apartándolo directamente, diciéndole vos acá no venís más o no te queremos ver. Peleando, generando discusiones.
Te pasan cosas que simplemente te ponen en otro lugar. Te lleva tu vida, la que vos está llevando, a tomar decisiones.
A ver, tan simple como “cosas de la vida”: Te separaste. La persona, mujer u hombre con quien estaba, se va. Y la familia, digamos que es esa familia de “juntos por siempre”, reaccionan exageradamente mal. Como si los estuvieras traicionando a ellos cuando es a vos incluso a quien le ha pasado.
En lugar de tener apoyo por parte de tu familia, parece que hicieran leña del árbol caído.
(otra situación) O simplemente, en el trabajo no daba más o incluso te despidieron y cambias de trabajo, vas a hacer otra cosa. Y este nuevo trabajo o esta nueva forma de ganarte la vida cuestiona sus creencias y su forma de hacer las cosas y les interpela los miedos.
Y entonces te atacan. De pronto de la nada el que está mal en la familia pasas a ser vos. El culpable de cosas que pasan en la familia, pasas a ser vos.
Y esto es muy crudo al principio. Es muy doloroso. Porque vos tal vez recién ahí a los 40, 50 y algo años, te das cuenta que habían cosa que no estaban bien en tu familia. Pero a partir de cómo te empiezan a tratar.
Yo a este tipo le dio el exiliado porque de ser parte de la familia, de no haber tenido muchos problemas, de pronto te expulsan. O porque te pelean, o porque te critican, o porque te las hacen por atrás. Y vos o decidís alejarte por cómo te están peleando o directamente, incluso a veces, te dicen vos acá no venís más porque tal y tal cosa.
Y es muy doloroso vivir de grande el rechazo. Y tener que sanar ese shock de “de pronto no tengo esto que siempre estuvo”. Es una pérdida, se vive como pérdida.
¿Por qué hay más exiliados que extraterrestres en estos tiempos?
Y de este tercer tipo es de lo que más abunda en estos nuevos tiempos.
Antes era muy raro que alguien decidiera soportarla la sanción social de hacer algo diferente. Porque no era solamente que tu familia te está sancionando por empezar a hacer las cosas diferentes.
Antes, sobre todo por esto del pueblo chico y que todos (estaban) vigilándose la imagen pública del otro, sancionándose mutuamente por lo que se hacía, por lo que se decía. Y por lo general esta sanción venía de gente muy hipócrita, tóxicas, psicópatas, que además inventaban cosas (para) lastimarte.
Entonces la gente estaba siempre como con miedo de hacer, de decir, porque le podía caer toda esa sanción encima.
Y hoy con la cantidad de personas que somos, con la vida en las ciudades. Con internet que hace que tu trabajo no dependa de lo que diga el vecino. No te puede arruinar el trabajo porque vos trabajas para otros pueblos, para otras provincias, para otros países. Y lo que diga Monchito en el bar no te afecta, ya no te afecta.
Entonces tenemos más libertad. Y además ¡en la era de la información!
Sí, sí: estamos sobre saturado, que la dopamina, que el estrés…
Pero también tenemos acceso a ejemplos de vidas, de personas que se han animado, que han hecho cosas diferentes. Y cuando nosotros nos enteramos que se puede hacer eso, nos damos permiso.
También hay más herramientas terapéuticas, y hay menos creencias negativas respecto de la terapia. Entonces, ante un problema, vamos a pedir ayuda, vamos a buscar nuevas formas de hacer las cosas, vamos a tener a mano muchas más herramientas de las que tenían en otros tiempos.
Y entonces, frente a los nuevos desafíos, cada vez más personas hacen las cosas diferentes a la familia. Y a la familia que es disfuncional, esto no le gusta. La familia que se ve interpelada en sus miedos sobre el dinero, sobre las relaciones; va a reaccionar en contra.
Y sobre todo, reaccionan cuando por estas decisiones y estas nuevas formas de hacer las cosas te salís de un rol.
Si eras un hijo que sustentaba, a través tuyo o a través de tu pareja, supongamos; al tomar una decisión de separación o de cambiar de trabajo hacia algo que te hace más feliz, pero que tal vez no te aporta tanto monetariamente, esta familia se va a enojar. Porque dejas de cumplir ese rol.
O incluso si te empieza a ir bien, y vos eras el (que) no destacaba, como parte del staff secundario. No eras ni el niño dorado, ni el chivo expiatorio. Ahí, del montón, haciendo relleno… y de pronto te destacas. Cuando hacés algo distinto, te destacas. Y eso ya te vale que te caiga el intento de podadora encima.
Ahora es distinto vivir el rechazo de grande que cuando eras chico.
De chico, tal vez lo asumiste normal y lo vas a estar trabajando en esta búsqueda de pertenencia. Pero de grande es un shock. Es un shock porque es repentino. De estar siempre seguro de las raíces que tenía, seguro del entorno, de pronto, a que te suelten la mano. Pero de grande, si vienes doloroso y es agudo, digamos, vas a estar seguro de la decisión que tomaste y vas a tener otras herramientas.
Entonces, lo que vas a tener que trabajar es ese shock y ese tener que soltar. Y ese afianzar que vos estás seguro del camino que has tomado. Porque en parte lo elegiste y en parte también fueron circunstancias muchas veces. No es que vos hiciste algo a propósito para molestarlos, aunque ellos se lo tomen así.
Entonces el aprender a vivir tu vida sin que te importe demasiado lo que la familia te esté diciendo es tal vez la parte más importante que tiene que trabajar este tipo de oveja negra.
Y hasta aquí el post de hoy. Espero que te haya sido de utilidad. contame ¿con cual te identificaste? ¿habías pensado en esos aspectos a sanar para vivir tu vida en paz?
Compartíselo a esa ovejita negra, a ese extraterrestre, a ese chivo expiatorio o ese exiliado que puede estar necesitando leer este artículo.
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Te mando un abrazo grande.